Las mañanas de Pablo son siempre iguales: aunque el mundo esté tambaleándose, aunque haya mil problemas "importantes", él siempre despierta con una sonrisa. Él siempre corre a buscar a sus padres y a darles un abrazo.
Los abrazos de Pablo hacen olvidar que no es un niño normal, que no consigue dominar las tablas de multiplicar, que no puede seguir el ritmo de su clase, que empiezan a ser un mayor con alma de niño, que sigue siendo un niño con cuerpo de mayor.
A su padre le brillan los ojos cuando cuenta que esos abrazos valen oro, a mi me brilla el alma pensando que no es tan importante saber multiplicar y que alguien se equivocó al poner las normas de lo que está bien y mal en esta sociedad. De lo que es normal
Ser una fuente inagotable de cariño debería ser la principal de las competencias, para multiplicar ya están las calculadoras.
Ese amor que irradian es el pago que se recibe por quererles tanto. Son una bendición de Dios.
ResponderEliminarQué maravilloso comienzo de día…
ResponderEliminarPablo si que sabe… llenar y llenarse de energía desde por la mañana.
¡Qué ternura!, por favorrrrrrrrr.
ResponderEliminarLo diferente es especial! Adoro esos abrazos! Y esas miradas...♥
ResponderEliminarCuanto sentimiento con tan pocas palabras.
ResponderEliminarObservan y viven el mundo con unos ojos claros, generosos, emocionantes y transforman también nuestra realidad y su perspectiva.
ResponderEliminarMe has llegado muy hondo, preciosa Luna.
Besos.
Hoy no tengo palabras
ResponderEliminarQue bonito Ana! A veces no valoramos lo que tenemos...tus palabras nos hacen pensar y eso es bueno! Gracias!
ResponderEliminarMe has conmovido enormemente Ana. Si todos mirásemos un poco el mundo como Pablo, algo mejor nos iría.
ResponderEliminarMUAKKK