No es él. Sus hijos le miran y hacen un esfuerzo para no llorar.
Hoy ha decidido no vestirse para salir a la calle, ayer escogió una cama que no era la suya para dormir. Mañana quizás haya olvidado sus nombres o no recuerde para qué sirven sus manos.
A veces habla con total normalidad y los que están a su lado atrapan ese instante y lo saborean con el regusto amargo de saber que es solo una ilusión. Otras veces -cada vez más- sus palabras no dicen nada. Nada o todo: hablan del olvido y la tristeza, de la regresión y de la infancia, de la indefensión de un hombre grande que vuelve a ser niño. De la crueldad de esta enfermedad. Del olvido.
¡Qué triste y doloroso! es ver cómo tus mayores olvidan y se convierten en niños, pero niños que en lugar de avanzar retroceden. Mucha mucha paciencia para los cuidadores.
ResponderEliminarMi madre esta atrapada en ese mundo, he leído y escrito sobre ello, pero no es consuelo. Duele ver como todos los días se le mueren sus padres y el dolor que le provoca, y solo queda esperar que cambie su reiteración por otra mas alegre. Un abrazo
ResponderEliminarEs duro el día en que te das cuenta que no te reconocen, pero insoportable cuando eres tu quien no le reconoces, ya no queda nada de lo que fue. Olvido devastador
ResponderEliminarEn la familia también hemos pasado por ese dolor, por ese borrar a saltos, por ese limbo demoledor. Dios quiera que no nos tenga reservado más…
ResponderEliminarYo también lo viví de cerca....es duro!!!
ResponderEliminarComprendo muy bien lo que dices. Yo aún no sé bien como lidiar con ese sentimiento cada vez que recuerdo el diagnóstico que le dieron a mi papá.Aún es una primera fase, pero sé que esto es progresivo. Saludos.
ResponderEliminarEn mi casa mi abuela... 11 años... Es mi mayor y creo que único miedo: no recordar lo feliz que me hicieron... Yo aún no puedo escribir sobre ello ni pensarlo demasiado...
ResponderEliminarUn abrazo de corazón! ♥