Y me cuenta que por tercera vez la van a operar de ese maldito tumor que se empeña en volver a su cabeza.
No puedo evitar estremecerme ante su serenidad.
Estoy fuerte -dice- ¡y sonríe!
Me habla de los proyectos de su familia, de su actividad frenética, de sus ganas de aprovechar el tiempo y me devuelve una vez mas a esa realidad que tantas veces se nos olvida: la vida hay que atraparla a cada instante.
Nos despedimos y ni siquiera le deseo suerte porque se que tendrá toda la del mundo.
Cuando ya se va, vuelve con elegancia su cabeza y casi grita "¡A la tercera, va la vencida!".
los pelos de punta tengo !!
ResponderEliminarQue duros son estos momentos :(
¡y que valentía demuestran los que los pasan!
EliminarAcabo de descubrir tu blog, me encantan tus relatos y este en concreto me estremece. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Beatriz!. Es cierto que es estremecedor ¡pero nos tiene que servir para aprender a vivir mejor!
ResponderEliminar