No se si convendréis conmigo en que llega cierta edad -y edades posteriores- en que uno tiene que aprovechar el tiempo y eso incluye disfrutar de lo que se hace ¡o por lo menos intentarlo!
En ese capítulo englobo con mayúsculas el tema de recibir/invitar en casa: si lo hacemos porque de verdad ¡pero de verdad de la buena! nos apetece rodearnos de gente, compartir los guisitos del día, algún que otro cotilleo banal y una conversación de las que dejan huella
¡nos liamos hasta el final!
si el tema es de puro compromiso pues va a ser que no, que tampoco le hacemos ningún favor a nadie poniéndonos de los nervios, dándole la vuelta a la casa para intentar que quede presentable (vamos que pase la supervisión de la
"limpia, fija y da esplendor" del grupo) y amargándole el día a los de casa, que se esconden donde pueden para evitar caer en las garras de la que quiere parecer la anfitriona perfecta y no es mas que una leona enfurecida.
Como podéis percibir, los míos han sufrido todo tipo de experiencias al respecto pero tengo que decir que ahora respiran tranquilos ... cuando tenemos invitados partimos de la base de que nadie viene a examinarnos, que nuestra casa es lo que es y además es lo mejor que tenemos y que el que quiera comer de estrella Michelín sabe de antemano que viene al sitio equivocado.
Sentadas las bases: el hambre agudiza el ingenio y la falta de maña ... también
Así que una que no es precisamente maestra cocinera suple las carencias con buenas dosis de imaginación y cariño.
Para animaros a aprovechar el finde: ¿Qué tal una comida/cena invernal con amigos o parte de la family?
Ahí va mi propuesta casera: inspiración nórdica y colorido para dar calor a un frío día.
El mantel es una de mis últimas adquisiciones: la tela me llamaba a gritos en una tienda de retales (un coup de foudre!), y fue suficiente rematarla con un dobladillo. Admite comidas y cenas y vajilla mas o menos formal.
Para que no tengáis excusa os propongo también un menú sencillito ¡vamos, que lo hago yo!, medio ligero (no os engañéis, es imposible tener invitados y no comer el doble de lo necesario) y muy cómodo para preparar con antelación y poder sentarse a la mesa (por si alguien se ha perdido entre tanta explicación, el objetivo es Estar y Disfrutar de la reunión, no ser el Ausente)
Ahí va el menú:
Unos entrantes para compartir, que dan mucho juego para la charleta
-Ensalada con atún y láminas de fresa en ensaladeras individuales (ya se que las fresas no están demasiado baratas en esta época pero con una bandejita pequeña le damos color a una
ensaladeta casi de cada día)
Ya que estamos, nos estiramos también un poco con el atún -si es bonito, mejor-
-Dátiles con foie de oca -probadlo que es la cosa más simple y está de muerte- Aquí si que no hace falta irse al mejor foie porque lo importante es el contraste de sabores, uno en barra del super puede servir. Casi mejor que el dátil sea un poco bueno
-Jamón -es que es un clásico pero le gusta a todo el mundo-
-Chupitos de crema de calabacín (en honor a la verdad, la crema que veis en la foto de la mesa eran los restos de la comida del día anterior pero servidos en chupito y con ese verde espectacular resultan muy agradables)
Y una fideua, que con el sofrito hecho de antemano tampoco tiene ninguna complicación
El postre para algunos no va a ser novedad pero probad la compota de manzana con un buen helado de vainilla
Un buen vino -haciendo patria, a ser posible un Somontano- , café y los pecadillos dulces que no deben faltar (para esta comida tenía una fantástica caja de bombones de albahaca y melocotón de Calanda, así que me ahorré el trabajo extra y de paso repartí generosamente entre mis invitados las calorías que de otro modo me hubiera quedado íntegras)
Es viernes por la noche, así que estáis a tiempo de hacer un par de llamaditas y llenar la casa de jolgorio mañana o pasado